La ermita del Santo Cristo de Moralejilla, a poca distancia del caserío, es acaso una de las más antiguas edificaciones de la Tierra de Arévalo.
Según Cándido M. Ajo, una antigua tradición la supone asentamiento de los Templarios, teoría confirmada por la existencia documentada de propiedades y topónimos antiguos de aquella orden en su entorno. El primitivo nombre de Santa Cruz se transformó después porque en este lugar estuvo en época medieval el despoblado de Moraleja; de ello, Moraleja de Santa Cruz y finalmente de Moralejilla.
El edificio, verdadera joya del románico y del mudéjar, es de planta basilical de tres naves y se pueden apreciar tres momentos de edificación, siendo el más antiguo el lienzo norte, acaso resto de una atalaya del s. IX.
Es inmediatamente después de la reconquista cuando se construyen sus tres ábsides y transepto de un primitivo estilo románico del s. XI, en piedra de sillería caliza. Los ábsides, con ventanas abiertas posteriormente en lugar de las primitivas aspilleras, los laterales son lisos y el central tiene una imposta y dos columnitas lisas con capiteles historiados, hasta la cornisa de ménsulas con modillones de canecillos estriados unos y cartelas lisas otros. Entre ellos hay rosetas esculpidas de dibujos variados. Los laterales perdieron su cornisa.
El resto de los muros son mudéjares de mampostería con hileras de ladrillos. En el hastial hay una portada hoy cegada, con arcos de medio punto en archivoltas y enmarcada en alfiz. Por encima un óculo que hoy es ventana. En el muro sur está la portada principal, enmarcada en alfiz con archivolta de arcos apuntados y faceta de esquinillas. Sobre el muro, una espadaña más moderna con aletas.
Por las influencias del mozárabe en su arquitectura y detalles ornamentales, cabría la posibilidad de que las naves fueran anteriores a los ábsides y transpecto, del s.X, por tanto uno de los edificios más antiguos de la zona.
Su interior, con clara diferencia de lo románico y lo mudéjar, tiene los ábsides con el eje desviado del de las naves y el tramo recto, a modo de crucero. Los arcos de ladrillo, con frisos de esquinillas, se entremezclan con la caliza de sillería de la cabecera. Es muy original su espacio interior, sus luces y sombras.
Según Cándido M. Ajo, una antigua tradición la supone asentamiento de los Templarios, teoría confirmada por la existencia documentada de propiedades y topónimos antiguos de aquella orden en su entorno. El primitivo nombre de Santa Cruz se transformó después porque en este lugar estuvo en época medieval el despoblado de Moraleja; de ello, Moraleja de Santa Cruz y finalmente de Moralejilla.
El edificio, verdadera joya del románico y del mudéjar, es de planta basilical de tres naves y se pueden apreciar tres momentos de edificación, siendo el más antiguo el lienzo norte, acaso resto de una atalaya del s. IX.
Es inmediatamente después de la reconquista cuando se construyen sus tres ábsides y transepto de un primitivo estilo románico del s. XI, en piedra de sillería caliza. Los ábsides, con ventanas abiertas posteriormente en lugar de las primitivas aspilleras, los laterales son lisos y el central tiene una imposta y dos columnitas lisas con capiteles historiados, hasta la cornisa de ménsulas con modillones de canecillos estriados unos y cartelas lisas otros. Entre ellos hay rosetas esculpidas de dibujos variados. Los laterales perdieron su cornisa.
El resto de los muros son mudéjares de mampostería con hileras de ladrillos. En el hastial hay una portada hoy cegada, con arcos de medio punto en archivoltas y enmarcada en alfiz. Por encima un óculo que hoy es ventana. En el muro sur está la portada principal, enmarcada en alfiz con archivolta de arcos apuntados y faceta de esquinillas. Sobre el muro, una espadaña más moderna con aletas.
Por las influencias del mozárabe en su arquitectura y detalles ornamentales, cabría la posibilidad de que las naves fueran anteriores a los ábsides y transpecto, del s.X, por tanto uno de los edificios más antiguos de la zona.
Su interior, con clara diferencia de lo románico y lo mudéjar, tiene los ábsides con el eje desviado del de las naves y el tramo recto, a modo de crucero. Los arcos de ladrillo, con frisos de esquinillas, se entremezclan con la caliza de sillería de la cabecera. Es muy original su espacio interior, sus luces y sombras.
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